No hay sirenas.


"Todos necesitamos algo que aporte un poco de magia para enfrentarnos a la arbitrariedad del mundo, algo que nos ayude a tapar los oídos, como Ulises. Sólo que a veces, no es para no oír las sirenas, sino para no oír que no hay sirenas..."

Sigo en mi búsqueda de algo que me aporte esa magia...

Ciao, guapa.


Se despidieron como se despedían siempre; un abrazo más largo de lo normal pero no demasiado, en el que se susurraban cosas como: “te quiero". Después llegaba el beso fugaz y el “ciao, guapa”. Normalmente solía volver la vista para ver cómo se alejaba, pero aquel día no lo hizo, no sabría decir exactamente porqué. 


Bajó las escaleras mecánicas a toda prisa, intentó ver en el panel cuánto tiempo le quedaba a su tren, pero no lo logró, ya abajo vio el número: PARLA 2 min. Se apresuró a sacar su billete.


-          - Vamos, vamos… - susurraba mientras esperaba a que saliese.


Recogió el billete y entró a toda prisa, volvió a bajar la escaleras mecánicas y se adentró entre la gente lo más rápido que le permitieron para poder lograr encontrar un sitio vacío. Sitio que no encontró. Se acercó hasta un hueco estable y sacó su mp4, se puso los cascos y el mundo, en ese momento, dejó de existir. Informó a su chica de que ya estaba en el tren, y, una vez más, de que la quería y que aquel día había estado muy bien. Guardó el móvil y esperó de pie a llegar a su parada.


Al bajar se fijó en el cielo, estaba repleto de niebla. Le encantaba soltar el aire y que pareciese que fumaba. Tenía la música a todo volumen, así que en ese momento solo existía la música y sus pensamientos. Se adentró por algunas calles, no escuchó que le seguían. Llegó a la calle principal, solo estaba ella a pesar de lo ancha y larga que era. De repente lo notó, notó como el metal entraba y salía de su cuerpo. Notó cómo la sangre brotaba. Vio como una figura echaba a correr calle abajo. Se le pasó por la mente todas las series de médicos que había visto, y no pudo evitar pensar que ojalá le hubiese dejado el cuchillo dentro, para evitar la hemorragia y así tener unos minutos más de agonía. Se le cayeron los cascos, y con las manos temblorosas logró sacar el móvil del bolsillo derecho de su pantalón. Lo desbloqueó y la llamó.


-          - ¿Hola? ¿Me estás llamando? – notaba en su voz, su sonrisa al otro lado.


-          - Cariño…


Sonrió para si misma, era irónico que la única vez que le había salido llamarla así en esos casi 4 años iba a ser también la última.


-          - ¿Estás bien? – se extrañó.


-          - Cariño, escúchame… - cogió aire, intentando no pensar en lo mucho que le dolía la herida – te quiero muchísimo, no quiero que te sientas culpable por nada – volvió a coger aire con una mueca de dolor – te quiero, has sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Te voy a esperar…te juro que te voy a esperar…


Colgó sin dejar que contestara, y se le cayó el teléfono al suelo. Después notó cómo se le iban las fuerzas de golpe y cayó ella. Cerró los ojos, y pensó en su sonrisa. Quería irse con el mejor recuerdo que pudiese, y era aquel. 



Queridos Reyes Magos:


Queridos Reyes Magos:

Nunca he tenido la oportunidad de escribiros, de realizar esta carta que todos los niños, alguna vez en su vida, han escrito. Me desvelaron demasiado pronto vuestro secreto, tan pronto que aún no sabía ni escribir. Hoy, con casi 20 años, os voy a escribir por primera vez.

Este año no ha sido bueno, no ha sido ni siquiera algo parecido a eso. La vida me ha quitado más de lo que me ha dado, me ha golpeado más de lo que me ha acariciado. Me he perdido, me he encontrado, y me he vuelto a perder alrededor de unas diez veces, por no se exagerados. He cambiado mi personalidad, y en muy pocos aspectos para bien. La inseguridad, el miedo y el desconcierto han marcado mi día a día. He tenido que luchar sin querer, sonreír sin sentir felicidad, levantarme dándome igual ya si me quedaba para siempre en el suelo o no. He llorado más que he reído. Estoy acabando el año sin esperanzas, sin ilusión y con demasiado hastío para la edad que tengo. Y, a pesar de todo, aquí estoy. Sigo respirando, que no es lo mismo que seguir viviendo. Y por ello me he animado a escribiros, necesito un cambio, y ya no sé a quién acudir...me han dicho que vosotros sois magos, y yo quiero creer en la magia.

Para el 2013 me gustaría tener las fuerzas renovadas, la ilusión recargada y el ánimo un poco más alto. Me gustaría sentirme realizada, sentir que sirvo para algo más que para quejarme de lo mierda que es la vida. Quiero conocer gente nueva, compartir risas con extraños, sentirme parte de algo. Quiero que esta soledad me abandone, y me deje vivir. Para el 2013 también, si no es mucho pedir, me gustaría un poco más de paciencia, comprensión y empatía, me ha faltado mucho este año, y lo han notado. Como veis, no quiero que me deis las cosas hechas, simplemente quiero tener las ganas de hacerlas yo.

No me gustaría acabar esta carta sin pedir la réflex con la que sueño, pero bueno, eso es algo que se consigue con dinero, no con magia...y sabemos que actualmente el dinero en este país escasea, así que me conformo con que me concedáis lo anterior.

Un abrazo,

Mónica.

Haces.

Haces que me sienta orgullosa. Que piense en todas esas personas que presumen de relaciones superficiales, alegando tener al lado al amor de su vida. Haces que me sienta superior, que nos sienta superior. Haces que luche, que vaya contra marea, que me intente superar. Haces que no baje los brazos, no me permites alzar la bandera blanca. Subrayas mis virtudes, y mis defectos simplemente los lees deprisa, pero los lees. Haces que me de cuenta de mis errores, pero lo haces todo cubriéndolo de un manto de seda, para que no me haga daño. Haces que sigan pesando más las cosas buenas, que duerma tranquila aunque no sea a tu lado. Haces que viva, que esté a dos centímetros de ti y me pregunte, a veces, si no será un sueño. Haces y nunca deshaces, nunca haces que de un paso atrás, nunca haces que deje de quererte. Haces de mi vida una ilusión, aun viendo el camino plagado de baches. Haces que quiera saltar por encima del Mundo, haces que nunca, jamás, quiera soltarme de tu mano.

Haces día a día tantas cosas, que a veces siento la necesidad de sacar fuera una pequeña parte, que quiera compartir que el amor existe, porque personas como tú existen. Que hay magias que no tienen trucos, que hay cosas aparentemente simples como una mirada que albergan cosas inmensamente grandes como un futuro. Me miro y te veo a mi lado. Te miro y deseo que no imagines ese paseo junto a otra persona que no sea yo.

Te quiero, pero sobre todo quiero estar a la altura de lo que te mereces.

Y sin saberlo sucedió.


Hacía mucho tiempo que no hablaba contigo, que no exponía mis sentimientos de esta forma. Desapareciste por un tiempo de mi Blog, que no de mi vida, afortunadamente. Hace horas me hiciste dos preguntas, y yo no supe responderte como te mereces, porque mi fuerte no es la expresión con sonidos, mi fuerte no es el habla...mi fuerte es este, escribir...y quiero aprovecharlo para responderte.


"El Sol cubría la mayor parte de la habitación, era Sábado y ninguna de las dos tenía que ir a trabajar aquel fin de semana, así que la noche anterior habían podido acostarse sin la presión de tener que escuchar el despertador a la mañana siguiente. Una de ellas dormía plácidamente y la otra llevaba horas observando. Observando todo y nada a la vez, era una de esas noches en las que te da por repasar tu vida...y en eso estaba. Miraba su habitación, su cama enorme, su pared de piedras, su luz tenue, el cerrojo de la puerta y la puerta del baño. El cuadro con el dibujo echo a mano de ambas...miraba sobre su mesilla, donde descansaba otro marco con otra fotografía distinta, pero con las mismas protagonistas. Detuvo esa visita guiada en ella, en la persona que descansaba a su lado, y no podía evitar sonreír...estaba tan guapa así...recordaba muchos momentos a su lado, muchos años a sus espaldas, muchas sonrisas y muchas lágrimas...recordaba muchas discusiones y muchas reconciliaciones, muchos baches, muchas barreras...y muchas fuerzas. Recordaba miradas, caricias, besos, noches y mañanas plagadas de pasión, y alguna que otra tarde de domingo aburrida. Recordaba el amor, el que siempre había estado presente, el que nunca, ni en los momentos más malos, se había ausentado. Suspiraba, porque no podía hacer otra cosa, suspiraba porque ahí estaban. De pronto, su compañera abrió uno de sus ojos, y lo volvió a cerrar mientras suspiraba.

- ¿Qué haces? - preguntaba con voz adormilada, como si aún siguiese durmiendo.
- Nada, mirarte - sonreía.
- ¿No has dormido nada?
- Sí...si que he dormido...
- Mentirosa - una sonrisa apareció en su cara.
- Bueno vale, no he dormido - cedió al sentirse descubierta, la conocía mejor que nadie.
- ¿Ha sido por mi? ¿Te he molestado? - se preocupó, una vez más.
- No, esta noche te has portado bien...solo me has dado un par de patadas - reía.
- Qué mentirosa eres - reía aún con los ojos cerrados - yo no doy patadas... - ponía voz de niña.

Suspiró y abandonó su postura sentada para tumbarse al lado de ella. Las tapó con el edredón y debajo de él, pasó la mano por su cintura y se arribó más a ella, después le dio un beso en la nariz.

- ¿Tú has dormido bien? - preguntó en susurros.
- Sí, pero...yo aún no me quiero levantar, ¿eh? Que estoy muerta...
- Venga ya, si no haces nada... - bromeó - si tuvieses que hacer lo que hago yo en el trabajo...
- Perdona - abrió los dos ojos - pero atender a niños es muy cansado.
- Más cansado es estar corriendo de aquí para allá, subiéndote de la ambulancia, bajándote, subiéndote... 
- Anda calla y duérmete - le dio un pequeño golpe.
- No tengo sueño - se quejó.
- Pues vete a hacerme el desayuno, que no me haces nada.
- Vale - sonrió encantada por tener algo en lo que entretenerse.

Le dio un beso rápido en los labios, que a su compañera le supo a poco, como siempre, y salió de la habitación. Recorrió el pasillo, con muchas fotografías en las paredes, con muchos recuerdos albergados en ellas. Llegó a la cocina y preparó un desayuno que le encantaba: tortitas caseras con nocilla caliente. Y, como hacía muchísimos años, cogió un papel y escribió en él la misma frase que hacía años: "Buenos días. Te quiero".

La quería, y tanto que la quería, y le encantaba...le encantaba su pereza por las mañanas, y su pereza por las noches, le encantaba cuando ponía voz de niña pequeña para defenderse de algo, su preocupación porque todo estuviese bien, porque ella estuviese bien. Le encantaba sus caricias, sus miradas, y hasta le encantaba que tuviese el monedero lleno de tarjetas y vales con descuentos. No había cambiado, y le encantaba. Le encantaba haber encontrado en ella un alma gemela en cuanto a los niños, le encantaba lo sensible que era, y lo vulnerable que parecía ser en sus brazos. Y por todo eso, aquella mañana le iba a hacer un regalo, se lo había dejado a la vecina aquella noche, que había aceptado encantada guardárselo.

Salió un momento a recogerlo, y en cuanto estaba entrando por la puerta, la vio aparecer en el salón.

- ¿Pero qué haces? ¡Deberías estar en la cama! - se quejó - tú y tu impaciencia...
- Es que tardabas mucho...¿qué es eso? - miró la caja - ¿no será...?
- Contigo es imposible...
- ¡No me digas que...! - abrió la caja y su sonrisa se agrandó.
- Pues si, es...
- Ay, pero mírale...qué monada... - la miró unos segundos - pero...¿por qué? ¡si no te gustan! ¡si no los soportas!
- Por tu sonrisa, porque me encantas, y porque te mereces que te demuestre después de tantos años lo mucho que te quiero. - sonrió - Pero una cosa, a pasear lo sacas tú, que eso es un porculo."


Me gusta de ti que me permites imaginar un futuro posible, que imagine un futuro en el que exista algo que en el presente no soporto porque sé que mi amor por ti podría superar cualquier barrera, tarde o temprano. Me gusta de ti que no te rindes, que siempre luchas por nosotras, que siempre luchas por mi. Me gusta de ti que me haces reír con cosas simples, que no te crees que eres buena persona. No sé si decirte que te quiero, que te he querido cada uno de estos días, sirve como muestra o como demostración...pero actualmente no se me ocurre una demostración que esté tan a la altura de lo que mereces, pero todo se andará.



Que salgan.





Solo hay una persona capaz de hacerte feliz para toda la vida, y esa persona eres tú mismo. Si hay gente que quiere entrar en tu vida, que entre. Si hay gente que quiere salir de ella, que salga...pero que no se queden en la puerta, porque molestan a los que quieren entrar.


Medicina alternativa...




No me gusta la Física, ni la Química, no me gusta que se creen enlaces y que puedan destruírse con tanta facilidad. No me gusta que haya una fuerza de rozamiento que haga mucho más costoso el movimiento. No me gusta. No me gusta que no existan los enlaces permanentes, que de la noche a la mañana todo cambie. No me gusta que un enlace que estaba formado por una gran amistad, hoy en día siga unido por el recuerdo de ésta, y no por su existencia. No me gusta que un componente se quede con restos del pasado y le mantenga anclado en el mismo sitio, y que el otro compuesto se haya desentendido de todo. No me gusta. Y, por naturaleza, cuando algo no me gusta simplemente me aparto, o lo aparto...

Sin embargo, algo me dice que esta vez no va a ser tan fácil, que quizá esos restos se queden conmigo para siempre, o quizás, algún día, consiga deshacerme de ellos. Lo único que sé es que no quiero permanecer más tiempo anclada aquí, ahí...ya no. Creo que dijimos "siempre" sin saber realmente lo que significaba esa palabra.



He cambiado aquel punto y seguido por punto y aparte.