El primer día.
Sostenía
su informe bajo el brazo. Yo esperaba que su rostro expresara toda la
felicidad de la victoria recién conseguida, pero ella se limitó a
mirarme con una ligera sonrisa en los labios. Escuché resonar en mi
cabeza la voz de Walter que, si hubiera estado allí, seguramente me
habría dicho, fuera cual fuera mi manera de presentarme: «Pero ¡mira que
eres torpe!»
—Mis más sinceras felicitaciones —balbuceé humildemente.
La joven no respondió.
—¿Tanto he cambiado? —soltó finalmente.
Puesto
que yo no encontraba ninguna respuesta apropiada, la joven abrió su
carpeta, arrancó una hoja, se la metió en la boca y empezó a masticarla
tranquilamente, sin abandonar ese ligero aire socarrón.
Y
de repente resurgió el recuerdo de una sala de exámenes, y con él las
mil imágenes de un verano increíble, hacía ya quince años.
La joven escupió la bola de papel sobre su mano y suspiró.
—Ya está. ¿Ahora ya te acuerdas de mí?
Las
puertas del ascensor se abrieron en el vestíbulo, pero yo me quedé
inmóvil, con los brazos colgando; el ascensor volvió otra vez hacia el
último piso.
—Te ha hecho falta mucho rato, esperaba haberte marcado un poco más, o a lo mejor es simplemente que estoy mucho más vieja...
—No, te aseguro que no es eso. No sé, el color de tu pelo...
—Tenía
veinte años, en aquella época cambiaba mucho de color de pelo, pero
ahora ya no. Tú no has cambiado nada, algunas arrugas más, tal vez, pero
sigues teniendo esa mirada perdida en el vacío.
—Realmente, lo último que me esperaba era encontrarte aquí... después de todos estos años.
—Reconozco
que lo habitual no es reencontrarse en un ascensor. ¿Quieres que
volvamos a hacer otro viaje de bajada y subida por todos los pisos del
edificio o me vas a llevar a cenar?
Y,
sin esperar respuesta, Keira dejó caer su carpeta al suelo, se lanzó a
mis brazos y me besó. Aquel beso me supo a papel maché; era exactamente
eso, un beso de papel en donde en otro tiempo había soñado con escribir
todo lo que sentía por ella. Hay algunos primeros besos que hacen que tu
vida entera se desequilibre. Incluso si uno no quiere aceptarlo, es
así. Esos primeros besos te pillan por sorpresa, sin previo aviso. A
veces eso sucede con el segundo beso, aunque éste ocurra quince años
después del primero.
Muy bonito!!
ResponderEliminarAquel libro me encantó, aún sigo esperando para leerme la segunda parte, "La primera noche".
ResponderEliminarSonrie
Precioso
ResponderEliminarGenial :)
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