Das pena.
Mirar fijamente a ese ser inanimado y sentir la rabia recorrer todo tu cuerpo, desde tus pies hasta tu cabeza pasando lenta y dolorosamente por tu columna, vértebra a vértebra. Tragar saliva intentando contenerla, apretar los dientes para evitar abrir la boca. Y, después tu pelo alborotado, tu respiración entrecortada por el cansancio, tu cara llena de rímel y...dios, le has arrancado la cabeza a tu peluche favorito. Te dejas caer al suelo y, mientras caes, te das cuenta de que no necesitas ver en unos ojos, aunque sean de mentira, pena por ti. Porque ya estás tú para darte pena a ti misma.
creo que la peor pena es la que sentimos por nosotros mismos pero la que al superar es la que nos hace mas fuerte
ResponderEliminarbesos!
Peor pena que esa, no existe.
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