Ciao, guapa.
Se despidieron como se despedían siempre; un abrazo más largo de lo normal pero no demasiado, en el que se susurraban cosas como: “te quiero". Después llegaba el beso fugaz y el “ciao, guapa”. Normalmente solía volver la vista para ver cómo se alejaba, pero aquel día no lo hizo, no sabría decir exactamente porqué.
Bajó las escaleras mecánicas a toda prisa, intentó ver en el
panel cuánto tiempo le quedaba a su tren, pero no lo logró, ya abajo vio el
número: PARLA 2 min. Se apresuró a sacar su billete.
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- Vamos, vamos… - susurraba mientras esperaba a
que saliese.
Recogió el billete y entró a toda prisa, volvió a bajar la escaleras
mecánicas y se adentró entre la gente lo más rápido que le permitieron para
poder lograr encontrar un sitio vacío. Sitio que no encontró. Se acercó hasta
un hueco estable y sacó su mp4, se puso los cascos y el mundo, en ese momento,
dejó de existir. Informó a su chica de que ya estaba en el tren, y, una vez
más, de que la quería y que aquel día había estado muy bien. Guardó el móvil y
esperó de pie a llegar a su parada.
Al bajar se fijó en el cielo, estaba repleto de niebla. Le
encantaba soltar el aire y que pareciese que fumaba. Tenía la música a todo
volumen, así que en ese momento solo existía la música y sus pensamientos. Se
adentró por algunas calles, no escuchó que le seguían. Llegó a la calle
principal, solo estaba ella a pesar de lo ancha y larga que era. De repente lo
notó, notó como el metal entraba y salía de su cuerpo. Notó cómo la sangre
brotaba. Vio como una figura echaba a correr calle abajo. Se le pasó por la
mente todas las series de médicos que había visto, y no pudo evitar pensar que
ojalá le hubiese dejado el cuchillo dentro, para evitar la hemorragia y así
tener unos minutos más de agonía. Se le cayeron los cascos, y con las manos
temblorosas logró sacar el móvil del bolsillo derecho de su pantalón. Lo
desbloqueó y la llamó.
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- ¿Hola? ¿Me estás llamando? – notaba en su voz,
su sonrisa al otro lado.
-
- Cariño…
Sonrió para si misma, era irónico que la única vez que le
había salido llamarla así en esos casi 4 años iba a ser también la última.
-
- ¿Estás bien? – se extrañó.
-
- Cariño, escúchame… - cogió aire, intentando no
pensar en lo mucho que le dolía la herida – te quiero muchísimo, no quiero que
te sientas culpable por nada – volvió a coger aire con una mueca de dolor – te quiero, has sido lo mejor que me ha pasado en la vida.
Te voy a esperar…te juro que te voy a esperar…
Colgó sin dejar que contestara, y se le cayó el teléfono al
suelo. Después notó cómo se le iban las fuerzas de golpe y cayó ella. Cerró los
ojos, y pensó en su sonrisa. Quería irse con el mejor recuerdo que pudiese, y
era aquel.
¡Hola, Mónica!
ResponderEliminar¿Cómo estás?
Cuánto tiempo... y qué relato tan especial... Me he quedado atrapada, sobrecogida... buff
Muchas gracias por compartirlo con nosotros!!
Un besito!!!!!!!
Un relato excelente llevado a cabo por una excelente autora.
ResponderEliminarFelicidades, es genial.