Un día, llama a tu puerta y...
- ¿Quién es?
- El amor.
- ¿Qué quieres?
- ¿Y por qué debería hacerlo?
- Porque eras más feliz así...
- Ahora también lo soy.
- ¿Sí? - se sorprendió - ¿Te levantas por las mañanas tarareando? ¿Bailas en la ducha? ¿Le ofreces una sonrisa a cada persona que se cruza contigo? ¿Sueñas despierta? ¿Crees poder comerte el mundo? ¿No hay nada que pueda estropear tus días? ¿Te ríes ante los problemas? ¿Tienes una paciencia infinita? ¿Te emocionas de felicidad al leer un final feliz de un libro? ¿Y de una película? ¿Te descubres, de repente, sonriendo sin ningún motivo? ¿Te ríes por cualquier cosa?...
- No...
- Entonces, querida, tienes que volver a creer en mi.
Tal vez no era felicidad verdadera... si no simplemente haberse conformado con la realidad, aunque no sea tan bonita ni le guste tanto porque es lo que hay.
ResponderEliminarTodos esas muestras de amor, todos esos signos de alegría... están llenos de verdad :)
Gran texto, Mónica ^^
Un beso
Me gusta. :)
ResponderEliminarPrecioso. Me gusta mucho. Ayer estuve leyendo "Inocencia radical" de Elsa Punset y hablaba también de su definición de amor... y ahora al entrar a tu blog me encuentro este post tan personal y tan bonito. Me gusta!!!!! :)
ResponderEliminarUn placer leerte, como siempre.
Un beso
PD: Te gusta la canción "Y mírame"?
http://www.youtube.com/watch?v=QIvAtEMh4Pw
:) Genial!!
ResponderEliminarMuuuuaka!